Los niños expresan su creatividad en sus juegos, en sus dibujos y demás actividades. Los padres debemos reforzar estas expresiones prestándoles atención, alabándolas. Debemos dejar que los niños desarrollen sus actividades y les den un significado con libertad. Pero no debemos olvidar que hay que ofrecer un ambiente de seguridad y confianza, ejerciendo de modelo y guía de conducta para nuestro hijos.
Para alimentar la autoestima de los niños es fundamental educar en el lenguaje emocional. ¿Cómo? Se puede empezar por reconocer los errores que podamos cometer para que los niños puedan aprender y mejorar. Así abres opciones hacia el cambio, hacia lo positivo.
Por ejemplo, puedes dirigirte al niño diciéndole: “vamos a ver cómo mejoramos en esto”, o “¿cómo puedo ayudarte?” De esta forma fomentas la creatividad infantil que hace que los niños tengan nuevas ideas para resolver sus problemas.
Es muy importante reconocer los progresos del niño, valorar y apreciar sus esfuerzos sin exceso.
Si un niño se ve sometido a la constante presión de que todo lo que hace es fantástico, sentirá ansiedad. Creerá que todo lo que se espera de él debe ser perfecto y esto le creará frustración.
Cuando el niño dibuja dedica toda su atención en ello. Para él supone un medio de expresión gratificante. Por eso es importante no interferir en este proceso con trabas innecesarias. Intenta evitar situaciones de conflicto o agobio con el niño porque se ensucie o se manche.
Utiliza materiales adecuados a su edad, no tóxicos y pinturas lavables. Protege el lugar donde vaya a trabajar y vístele con un ropa que pueda manchar. Observa a tu hijo garabatear o dibujar y escucha sus comentarios ya que te permitirá conocer más acerca de lo que expresa.
Deja que tu hijo disfrute con su actividad y participa con él de este placer. Valora y aprecia sus obras. Muestra interés, cuelga sus dibujos y coméntalos con él. De esta forma, refuerzas su autoestima y tu hijo aprende a entretenerse solo desarrollando su fantasía.
Es frecuente que ante los dibujos infantiles, igual que ante las obras abstractas, sintamos la necesidad de dar un sentido reconocible a lo representado. Busquemos un significado que nos desvele lo que no entendemos, lo que no reconocemos.
Sin embargo, es importante entender que en el dibujo infantil, al principio, la psicomotricidad precede a la representación. Por ejemplo, el niño puede dibujar una raya jugando y después interpreta que es algo, le da un significado. La representación sigue al trazo y no al contrario como en el adulto.
Las representaciones infantiles provocan fascinación quizás por su misteriosa interpretación. El propio Pablo Picasso afirmaba que aspiraba a dibujar como un niño, recuperar su espontaneidad. Las representaciones infantiles tienden a expresar lo necesario, lo que el niño quiere decir, con economía de recursos, pero muy gráficamente. Un animal puede ser representado con un solo trazo. Una determinada forma es utilizada con distintos significados, un círculo puede representar la cabeza y también los ojos.
En realidad el dibujo infantil simplifica el mundo complejo que rodea a los niños y esto supone un éxito conceptual.
Evitemos limitar la capacidad de representación del niño, con tópicos como el cielo es azul, o el tronco del árbol es marrón. Observa el cielo con tu hijo y descubre sus infinitas tonalidades. Analiza con tu hijo los matices de color en la naturaleza. Todo a nuestro alrededor son formas, color, luces, reflejos y sombras.
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