¡Padres felices, niños felices!

El desarrollo emocional de los niños queda mucho mejor cubierto si tienen padre y madre. La mayoría de los niños pueden afrontar mucho mejor sus emociones si disponen de diferentes adultos con los que relacionarse e identificarse.

Las relaciones que mantengan entre sí los padres son importantes para los hijos porque les enseñan que las personan tienen que aprender a respetarse, a compartir, a dialogar, a negociar....

Los niños tienen que ver y sentir que el lazo afectivo y de buena relación que une a sus padres es una importante alianza que aparece en la relación familiar. Los padres deben comprender que gracias al mantenimiento de ese lazo el niño podrá sentirse feliz y llevar una vida hogareña estable.

Habrá momentos en los que las capacidades y habilidades emocionales de uno de los miembros de la pareja serán más adecuados que las del otro para algunos desarrollos del niños, y en otros casos, a la inversa. Así el niño tendrá lo mejor de cada progenitor, y se enriquecerá de la aportación de los dos.

Pero hay que tener cuidado, ya que esto también puede ser objeto de abuso cuando el pequeño descubre que si hace las cosas de una determinada forma, enfrentará a la madre con el padre, y así manipulará la situación según le convenga.

Todo lo comentado hasta ahora presupone una relación de pareja dinámica, comprometida y responsable, pero puede ocurrir lo contrario.Tener hijos pequeños es un periodo de prueba para la mayoría de la gente, y la situación puede convertirse en algo muy difícil a menos que la pareja mantenga buenas relaciones.

Las fisuras o desencuentros surgidas entre los padres van acompañadas por noches de insomnio, rabietas del niño, desacuerdos a la hora de educarlo, intrusión de parientes cercanos, problemas de relación, dificultades en el hogar, etc.

Por ello queremos poner de manifiesto la necesidad de que los dos padres estén de acuerdo, tengan puntos de vista comunes (aunque a través de negociaciones y pactos por la sana aceptación de las diferencias) y se comprometan a respetar y mantener los acuerdos educativos tomados respecto del hijo.

Si los padres mantienen una actitud educativa común (aunque respetando las diferencias) es más difícil que el niño aprenda hábitos inadecuados como: la manipulación y el chantaje emocional; al tiempo será más fácil el desarrollo de aspectos de la personalidad como: la responsabilidad, la constancia, la tolerancia, el esfuerzo y los valores, etc.

Un solo miembro de la pareja como progenitor tiene muchas más dificultades, pero no por ello han de ser insuperables. Un adulto solo, con gran espíritu de sacrificio y muy consciente de la realidad, puede aportar todo aquello que normalmente habrían aportado los dos; pero resulta una tarea más compleja. Si este es su caso, trate de conseguir ayuda de otros adultos, abuelos, parientes cercanos, incluso amigos, de forma que el niño disponga de más de un adulto al que tomar como referencia y con el que relacionarse.

En el caso de parejas divorciadas este punto es de máxima importancia, ya que la distancia física y emocional entre los progenitores resulta un problema añadido a la ardua labor de educar a un niño. Por ello el conseguir llegar a adoptar unos acuerdos y unas pautas de comportamiento respecto a la educación de los hijos en muy importante. Y sobre todo es más importante todavía que estas pautas sean respetadas por ambos progenitores, aunque sean difícil supervisar su respeto. La educación del niño sale ganando y el desarrollo emocional de éste es mejor y menos traumático.

Fuente: Link

Imagen extraída de: Google.

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